Cuando se levantó del suelo, tenía las manos cubiertas de tierra mojada y sangre. No había ni un sólo sonido que superase el palpitar de su corazón y su respiración entrecortada. Estaba asustado.Se dejó de tonterías y recuperó la cordura. Se levantó muy rápido y echó a correr.
Parecía que aún le seguían de cerca. El traje que otras veces servía de segunda piel, estaba ahora completamente manchado y lleno de dudas. Se guardó los archivos en el bolsillo.
Se escuchaban voces de gritos, cada vez más fuertes, diciendo que lo encontrasen de una vez. Él corrió como si no hubiese un mañana, porque podía ser que si no lo conseguía, no lo hubiese. Se quitó la chaqueta para intentar despistar el rastro de los perros. Poco a poco, los fue dejando atrás. El atardecer de hoy parecía eterno, como si la noche no quisiese llegar nunca. Se quedó un rato más tirado en el suelo. No podía apenas respirar, del esfuerzo. Evidentemente, lo había conseguido. Se los había llevado. Ahora podrían hacer algo al respecto.
Sin embargo, ella se había quedado atrás. ¿Estaría bien? Esa pregunta le rondaba desde que empezó a correr. Su acompañante había entretenido a los guardias. Pero sabía cuidarse sola, sin duda. Ya habían estado en situaciones peores en muchas otras ocasiones y ella siempre había demostrado una gran profesionalidad.
Cuando estuvo más calmado, se levantó y encendió un cigarro. Echó a andar hacia el lugar del encuentro. Esperaba que todo ocurriese de manera normal.
Al llegar allí, el coche lo recogió y empezó a tranquilizarse. Llamó a Martin para decirle que ya estaba hecho y se encendió otro cigarro.
Por la ventanilla, el mundo pasaba deprisa, quizá demasiado. Entonces, la ventanilla de la limusina se bajó y apareció Ana, su compañera. ¡Estaba viva! Él se alegró mucho aunque, como de costumbre, no dijo nada.
"Me alegro de verte"
"¿Sabes, Mike? Cuando todo estaba perdido, me acordé de tí y conseguí salir de allí ilesa - Ana le guiña un ojo con descaro-"
En ese momento ella sonríe, coje su bolso y saca una pistola. Le quita el cargador. Enciende un cigarro y le da una gran calada, con mucha calma. Se gira hacia Mike y le echa el humo en la cara. Él sonríe, por primera vez en diez años.
"Siempre habrá un amanecer para tí"
Entonces levantó el arma y disparó a la cabeza de Mike.
Parecía que aún le seguían de cerca. El traje que otras veces servía de segunda piel, estaba ahora completamente manchado y lleno de dudas. Se guardó los archivos en el bolsillo.
Se escuchaban voces de gritos, cada vez más fuertes, diciendo que lo encontrasen de una vez. Él corrió como si no hubiese un mañana, porque podía ser que si no lo conseguía, no lo hubiese. Se quitó la chaqueta para intentar despistar el rastro de los perros. Poco a poco, los fue dejando atrás. El atardecer de hoy parecía eterno, como si la noche no quisiese llegar nunca. Se quedó un rato más tirado en el suelo. No podía apenas respirar, del esfuerzo. Evidentemente, lo había conseguido. Se los había llevado. Ahora podrían hacer algo al respecto.
Sin embargo, ella se había quedado atrás. ¿Estaría bien? Esa pregunta le rondaba desde que empezó a correr. Su acompañante había entretenido a los guardias. Pero sabía cuidarse sola, sin duda. Ya habían estado en situaciones peores en muchas otras ocasiones y ella siempre había demostrado una gran profesionalidad.
Cuando estuvo más calmado, se levantó y encendió un cigarro. Echó a andar hacia el lugar del encuentro. Esperaba que todo ocurriese de manera normal.
Al llegar allí, el coche lo recogió y empezó a tranquilizarse. Llamó a Martin para decirle que ya estaba hecho y se encendió otro cigarro.
Por la ventanilla, el mundo pasaba deprisa, quizá demasiado. Entonces, la ventanilla de la limusina se bajó y apareció Ana, su compañera. ¡Estaba viva! Él se alegró mucho aunque, como de costumbre, no dijo nada.
"Me alegro de verte"
"¿Sabes, Mike? Cuando todo estaba perdido, me acordé de tí y conseguí salir de allí ilesa - Ana le guiña un ojo con descaro-"
En ese momento ella sonríe, coje su bolso y saca una pistola. Le quita el cargador. Enciende un cigarro y le da una gran calada, con mucha calma. Se gira hacia Mike y le echa el humo en la cara. Él sonríe, por primera vez en diez años.
"Siempre habrá un amanecer para tí"
Entonces levantó el arma y disparó a la cabeza de Mike.